En la elaboración del vino rosado se fermentan tanto uvas tintas como uvas blancas que producen
una bebida poco ácida, de color
rosa pálido o fresa en los jóvenes y asalmonado en los envejecidos; ofreciendo, además, distintas variedades de
aromas, de los cuales, a continuación, destacaremos los más comunes.
Dentro de los
aromas florales encontraremos principalmente la acacia, el espino blanco, la violeta, la flor de la rosa, de viña, de azahar, el tilo, el clavel, la retama y las flores secas. Cuando disfrutamos de los
frutales el limón, la manzana, el melocotón, la mandarina, la sandía, el pomelo, la fruta de la pasión, la pera, el lichi, el plátano, la grosella negra, la granada, la almendra fresca, la cereza roja, la frambuesa y la fresa son los destacados. Normalmente, aquellos que son más oscuros proporcionan sabores más afrutados. Y destacando los
vegetales, observaremos la hoja de grosella negra y el pimiento como los aromas más frecuentes.
Se encuentra entre los blancos y los tintos, aunque, en términos de carácter y sabores, tienden a asemejarse más a los blancos. Su
temperatura también se encuentra en un
término medio entre los dos anteriores: superior a la de los blancos, que suelen rondar los 8-10 grados, e inferior a la de los tintos, entre los 16 y 18 grados.
Si organizas una cena y no estás seguro del vino que les gusta a tus invitados… ¡Con un rosado acertarás seguro!
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